Firma de doña Juana la Loca
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(...) El "ánimo taciturno" también queda interpretado en este esquema; pero, en realidad, todo ello encaja, como piezas de un mosaico, en el cuadro clínico que luego va a desplegar: una esquizofrenia, ahora todavía en la iniciación de su comienzo insidioso, con fases de espontánea mejoría al terminar la sobrecarga biológica del embarazo. De ahí, la agilización de su psiquismo durante el viaje a través de Francia, huésped del más encarnizado enemigo de sus padres (1500).
(...) Lo que hasta entonces pudo parecer razonable comienza a teñirse nuevamente de patológico: Juana se lava varias veces al día la cabeza, empleando en ello muchas horas. El matiz esquizofrénico se acentúa progresivamente. Entra en una fase negativista: dice a todo que no; pasa días enteros con la mirada extraviada en el vacío, o en completa inmovilidad de tipo catatónico. o con estereotipias, como canturrear incesantemente entre dientes. Otras veces parece normalizar el aspecto externo de su conducta; arregla sus trajes, pero también esto lo hace de un modo obsesivo y desordenado.
Extracto del libro: "Locos egregios"