Schiesser-Hässig de Aarau, 1901 (Cedida por Ruth Gamper Silver).
Estudio de la personalidad de Hans Gamper (Joan Gamper) fundador del F.C. Barcelona, a partir de su escritura manuscrita
Antes que nada, hay que decir que la escritura analizada corresponde a la etapa de juventud de Joan Gamper, cuando estaba en su periodo de auge psicofísico, sin cuya vitalidad no hubiera podido emprender las iniciativas deportivas y sociales posteriores.
Lo que primero llama la atención de su escritura es la consistencia de la estructura de su grafismo. Sus letras son legibles y sus palabras tienen (en general) una armonía de forma. También llama la atención el dinamismo de su trazo que (como puede observarse en la muestra) avanza sin inhibición ni discontinuidades sobre el espacio gráfico. Puede observarse también que enlaza las letras (escritura ligada), así como la inclinación del trazo, ambos indicativos de una fuerza expresiva y una vitalidad que proyecta hacia los demás.
Su presencia desprendía gran seguridad en sí mismo. Fue, por tanto, una persona que contagiaba positivamente a su entorno, con una elevada capacidad de acción, así como una gran voluntad para mantenerla de forma sostenida. Sus movimientos eran muy dinámicos, ágiles y seguros. De vez en cuando, por su propia vehemencia, era demasiado decidido, lo que se aprecia en algunos de sus finales de palabra. No mostraba signos de amaneramiento, en el sentido de que nunca se apartaba de la naturalidad ni presentaba una exagerada afección o teatralidad en el modo de actuar o de relacionarse con los demás. Era infrecuente verle abatido y sin dinamismo. Su temperamento le confería dotes de liderazgo, y así se lo reconocían los demás.
Fue un hombre que debió despertar un gran interés en el sexo femenino, ya que, además de la vitalidad que desprende su letra, su personalidad fuerte y varonil era un atractivo añadido. Aunque le gustaban las relaciones públicas, era una persona muy independiente y no se dejaba mediatizar por las opiniones ajenas. No fue una persona fácilmente influenciable y sí muy obstinado, por lo que, cuando tenía una idea, procuraba los medios para llevarla a término. En algunos de sus finales de palabra pueden observarse importantes prolongaciones (lo que los grafólogos llamamos rizos del subjetivismo) que, desde el punto de vista de la psicología de la escritura, indican una defensa vehemente de sus propias ideas junto con una reafirmación de las mismas. Pero, por su naturaleza pasional, podía correr el riesgo de perder su objetividad. Dada su fuerte conciencia del propio poder para afrontar las posibles dificultades, así como cierta inatención a los obstáculos reales, corría el riesgo de perder la visión de conjunto. Los demás le percibían como una persona con gran seguridad en sí mismo, caracterizada por la ausencia de ansiedad a la hora de afrontar las dificultades. Su estilo era más combativo que flexible o contemporizador.
Su grafismo, con ritmo escritural y buena estructura, indica un ímpetu natural, así como una sensación íntima de fuerza que le confiere optimismo y confianza en la propia capacidad de superación, junto con una muy buena predisposición hacia los procesos de aprendizaje. Cuando tenía que manifestar sus opiniones, lo hacía con seguridad y sin miedo al rechazo que pudiera causar. Su grafismo también indica que era una persona que selecionaba mucho sus amistades, en particular las que podían tener un ascendiente sobre él. Tenía una elevada capacidad de comprensión, y le gustaba discriminar y elegir.
Se trata, pues, de una persona acostumbrada a hacer frente a las dificultades que se interponen en la consecución de sus objetivos. La regularidad gráfica, la ausencia de líneas, palabras o letras descendentes, la horizontalidad casi milimétrica de las líneas, indican su capacidad para mantener el esfuerzo hacia el objetivo, aunque éste se hiciera esperar. Los parámetros anteriormente citados equilibran sus finales lanzados. Dichos parámetros (y otros) son los que, a pesar de su fuerte carácter, le posibilitan la socialización, si bien no desde la sumisión al entorno; porque no se somete a la voluntad de los otros, sino que su tendencia es a tomar la iniciativa: él propone y defiende su opción, quiere convencer a los que le rodean. Se socializa, sí, pero no a costa de silenciar sus juicios, ni del sometimiento.
Josep Ma. Infantes i Torrent
Perito Calígrafo Judicial - Grafoanalista
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